Trucos para hacer del pescado un alimento más apetecible

Por sus propiedades nutricionales el pescado se ha convertido en un alimento imprescindible en nuestra alimentación.

Son ricos en proteínas de alto valor biológico, ácidos grasos omega 3 y 6, tienen pocas calorías, presentan un contenido vitamínico muy completo (B1, B2, B3, B12, A y D) y por eso son muy interesantes para la prevención de ciertas enfermedades cardiovasculares.

Cocinar pescado en casa

También protegen el corazón y las arterias, poseen propiedades antiinflamatorias, previenen la diabetes y algunos tipos de cáncer. Estos son sólo algunos de los beneficios de este singular alimento, aquí tienes más información.

Por suerte en nuestro país se come mucho pescado y marisco, pero sobre todo hay que reforzarlo en la infancia y la adolescencia.

Para ello hay muchos trucos que tienen la intención de hacer que nos interese más el pescado, tan necesario para todas las edades. Como siempre, te recordamos la importancia de contar con buen material para cocinar en tu casa.

Muchas personas, en especial los niños, no les gusta el pescado por el simple hecho de que no les gusta encontrarse espinas en el. Es cierto que resultan un poco molestas, sobre todo si son pequeñas y no las notamos hasta que se nos clavan en la boca. Si ese es tu caso, opta por piezas como lomos en lugar de rodajas o filetes ya que esta zona tiene muchas menos espinas. Los pescados como el atún, el bonito, el lenguado, el mero, el fletan, la perca, el emperador o el halibut son la mejor elección ya que no suelen tener casi ninguna espina.

Si sólo comes dos o tres variedades y siempre con la misma técnica de cocinado, es normal que llegues a aburrirte de comer siempre los mismo. La clave está en variar el tipo de pescado y hacerlo de diferentes maneras: rebozado, en papillote, en pizzas, al horno, en salsa, en pasteles, en albóndigas o croquetas, como relleno de otros alimentos (como pimientos o canelones), en patés…hay muchas posibilidades. Seguro que así no te cansarás de siempre comer lo mismo.

Si tu aversión al pescado es debido a que su olor o sabor son demasiado fuertes, tampoco te libras. Es cierto que los pescados azules (palometa, pez espada, atún, anguila, arenque, bonito, caballa, boquerón, angula, jurel, salmón o sardina) tienen un olor más marcado que los blancos (bacalao, abadejo, raya, merluza, perca, pescadilla, lubina, lenguado, halibut, faneca o gallo). Pero no hay motivo para eliminarlos de nuestra dieta, con ciertos trucos podemos enmascarar su sabor y olor, por ejemplo, usar salsas (mayonesa, bechamel, salsa rosa…) o bien rebozar o empanar los filetes, al absorber aceite se perderá más su sabor.

También podemos macerar los pescados con limón, aceite y hierbas aromáticas.

En el caso de que sólo te guste el pescado congelado, tampoco hay problema. Siempre que se respete la cadena de frío, el pescado congelado tienen las mismas propiedades nutricionales que el pescado fresco. Además tenemos una variedad muy amplia en pescados congelados, y normalmente suelen presentarse sin desperdicios, sin piel y sin espinas.

Y tiene la ventaja añadida de que se conserva en perfecto estado, durante más tiempo que el fresco, que se estropea muy rápido.

La clave está en saber descongelarlo adecuadamente, ya que esta puede influir en las cualidades del mismo. Para hacerlo correctamente hay que introducirlo en la nevera, en el microondas o bien cocinarlo directamente sin descongelar. Y una vez descongelado, no se puede volver a congelar otra vez.
Otra opción para hacer más variada la oferta son las conservas de pescado.

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